martes, 24 de julio de 2012

Mírame

Mírame, date vuelta y mírame, date vuelta y volve por favor. Y acá estamos otra vez , logrando que alguien te mire. Cuando queres que alguien te mire no importa ninguna otra mirada, vos queres esa mirada y ninguna más.
Pedimos a gritos desesperadamente que abran sus ojos y nos miren, que nos vean, que vean nuestro dolor y nos comprendan.
Hacemos enormes esfuerzos para no necesitar de nadie, para no necesitar de una mirada para existir. Pero somos esclavos de esa mirada, la necesitamos, como al aire. Hacemos cualquier cosa por atraer esa mirada, intentamos ponernos en el campo visual del otro, quisiéramos tener un reflector que nos ilumine, quisiéramos brillar para ser mirados.
Lo curioso es que los ojos que más nos obsesionan son los que no nos pueden mirar. Pero la mejor mirada no es la que se nos niega, sino esa mirada que no vemos, la que ignoramos distraídamente.
Esa mirada inesperada, fuera de todo calculo, esa mirada que nos ve cuando no nos sentimos mirados y por lo tanto nos mostramos mejor. Una mirada capaz de atravesar la máscara y ver lo que hay detrás.
Es imposible que nos mire a una mirada vacía. Pero lo queramos o no, somos esclavos de esa mirada porque todos somos luces apagadas que solo se encienden cuando alguien nos mira.

lunes, 23 de julio de 2012

Yo soy de esas personas que se encierran en el baño para poder llorar, de las que se miran frente al espejo y se secan las lagrimas. De las que desean inclusive llorar para poder soltar el dolor que llevan dentro aguantando por demasiado tiempo. Soy de las personas que después de llorar se lavan la cara , se hechan aire con las manos para que no se note, y salen de ahí dentro con su mejor sonrisa, por mas que la realidad del corazón sea otra.